sábado, 23 de febrero de 2019

Marino Castro Loredo

Hace un año que nos dejó Marino Castro, el 8 de febrero de 2018. Ferroviario apasionado de su profesión y muy conocido en El Bierzo, Marino fue maquinista de las locomotoras de vapor del ferrocarril de Ponferrada a Villablino. Se jubiló habiendo estrenado las locomotoras diésel, pero Marino siempre llevó el vapor en sus venas.
Marino vestido de ferroviario al lado de la PV31, encendida con ocasión del "Toral en tren" en junio de 2014 en el Museo del Ferrocarril de Ponferrada.

Es relativamente fácil encontrar fotografías de locomotoras de vapor cuando entramos en una cafetería o en un restaurante de Ponferrada. Si entre plato y plato, o entre vino y vino, nos acercamos a cualquiera de esas fotos, identificaremos las siglas “P.V.” en la parte frontal, pertenecientes al ferrocarril de Ponferrada a Villablino. Pero hay más. En ocasiones, un alegre ferroviario saluda al fotógrafo. Es Marino Castro, maquinista, y enamorado de su profesión.
Cuando aún existían los talleres de Ponferrada, y también se encontraba allí ya fuera de uso la PV22, Marino Castro realizó una visita a las instalaciones en la que se hizo algunas fotografías.
Antes de que surgiera la posibilidad de crear un museo ferroviario en Ponferrada, en la playa de vías de la estación de Ponferrada se amontonaban la mayoría de locomotoras de la MSP, como la 55 en la que se ha subido Marino.
Marino siguió la trayectoria habitual del personal de conducción de trenes de la MSP. Ingresó en la empresa en junio de 1941 como encendedor, pasando, según sus palabras, a la categoría de fogonero a los tres meses “para atizar el fuego de la máquina y prepararla para los trayectos a Villablino”. Es entonces cuando le toca hacer una pausa para realizar el servicio militar. A su regreso le nombran maquinista, cargo que ya no abandonaría hasta su jubilación, a mediados de los años ochenta.

Marino visitaba frecuentemente la PV31 para seguir la evolución de su restauración primero, y el estado de su conservación después. Aquí lo vemos subido en la locomotora en las instalaciones de Mecalper de Carracedelo.
Las últimas locomotoras que condujo Marino fueron las cuatro diésel Macosa 1001 a 1004. En la barandilla de la 1002 aparece Marino.
Cuarenta y tres años vinculado al ferrocarril, en una forma de vida que ya venía de serie, pues tanto su padre como su abuelo habían sido ya ferroviarios, en el asturiano Ferrocarril de Langreo.
Su primera locomotora, pues recordemos que en tiempos del vapor las parejas de conducción tenían asignada una máquina, fue la Baldwin Nº2, de nombre “Conde de Los Gaitanes”. Marino la llamaba cariñosamente “La Carmina”, y en ella se notaba su exquisitez por la limpieza. Limpiar una locomotora era, además de sana costumbre, motivo de orgullo y obligación en el cargo. La misión del fogonero era limpiar caldera y ténder, y los encendedores del taller se ocupaban de la zona de rodadura. Marino prefería limpiar él mismo a mandar hacerlo, y el resultado era una locomotora inmaculada de arriba a abajo. Cómo sería tal limpieza que D. Marcelo Jorissen “El Belga” siempre escogía la P.V. 2 de Marino para acoplar el coche salón “break” y realizar sus visitas de inspección por la línea ferroviaria.
Tantos años de atenciones y tantos kilómetros recorridos. Marino posa al lado de la primera locomotora que llevó y acompañó con categoría de maquinista. Por desgracia, esta locomotora espera mejores tiempos abandonada en terrenos de La Placa.
Tal costumbre quedó en Marino más allá del ferrocarril, y quienes le conocieron, también le veían montado en su bicicleta Orbea negra “con la pintura comida de tanto limpiar”.
No solo pasó por sus manos la citada Baldwin. La PV16, del modelo Engerth pero fabricada por la valenciana Macosa en 1956, fue su segunda locomotora. Y al final de su vida activa también probó los mandos de otra Macosa, en este caso las de tracción diésel 1001 a 1004.
En Cubillos del Sil, hacía poco tiempo que las locomotoras diésel Macosa habían llegado al P.V. y a Marino Castro aún le tocó conducirlas unos años.
No tuvo suerte Marino con la preservación de sus locomotoras de vapor, pues ambas se encuentran entre el conjunto de las abandonadas en La Placa. Quizá por eso fue muy activo con la preservación de las demás. La posibilidad de que la PV Nº6, Baldwin de nombre “Landaluce”, volviera a la vida en las Islas Baleares, le llevó a viajar a Mallorca en alguna ocasión y entablar amistad con los miembros del Club Ferroviari Vaporista de Mallorca. Aunque esta locomotora se encuentra restaurada y expuesta, le falta un empujón final para arreglar su caldera y poderla poner en marcha.
La amistad que unió a los socios del Club Ferroviari Vaporista de Mallorca se tradujo en recíprocas visitas, como la que hicieron los baleares al Museo del Ferrocarril de Ponferrada, y cuyas fotos aparecen en su web.
También visitó otra de las “emigradas” como la PV12, la Krauss Engerth que funciona en el Museo Vasco del Ferrocarril en Azpeitia, mientras enviaba un escrito formal a la Junta de Castilla y León solicitando la devolución de la P.V. 31 durante el tiempo que Vitorino Alonso la custodió en sus instalaciones.
La PV número 12 recuperó su numeración original de los ferrocarriles vascos al ser restaurada en Azpeitia, pero para Marino siempre será una de las Engerth berciana.
Marino y su mujer en una de sus visitas al Museo Vasco del Ferrocarril en Azpeitia.
Otra de las visitas ferroviarias allá donde hubiera locomotoras de vapor moviéndose. En este caso al Museo del Ferrocarril de Gijón.
Marino no se perdía ningún acto relacionado con locomotoras de vapor en El Bierzo. En la descarga de la P.V. 31 en el Museo del Ferrocarril de Ponferrada, en sus dos encendidos hasta el momento en este mismo museo, o la descarga de la Baldwin P.V. 8 en la primera fase del Museo de la Energía de Ponferrada. Suyos son los números en pintura blanca que identifican las locomotoras herrumbrosas que aún se conservan en La Placa.
Marino posa para la prensa en el momento de la descarga de la PV8 en el Museo de la Energía de Ponferrada.
Y no solo posando, también hablando para los medios de comunicación bercianos aquel mismo día. Fotografía del diario El Mundo.
Torrente de actividad, ferroviario por los cuatro costados, enamorado de su profesión, tuvimos la suerte de contar con él en la primera asociación de amigos del ferrocarril que se fundó en la comarca, en 1994, y de disfrutar de sus historias, anécdotas y aventuras a lomos de su locomotora.
Descansa en paz, Marino.
Marino no se quiso perder el momento de la descarga de la PV 31 en el Museo del Ferrocarril de Ponferrada, recién llegada de León.

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